miércoles, 9 de diciembre de 2009

No podías leer. Te quedabas sentada con la cabeza gacha mirando el libro. Murmurabas algunas sílabas cada tanto. La maestra dejaba correr el tiempo, aunque no parecía estar esperándote. El motor del mundo se detenía y se llenaba de mierda y se herrumbraba entero. Nosotros no sabíamos nada de situaciones incómodas, de convenciones sociales o de nada, pero sí que no saber leer era grave, casi como estar muerto y ser un esqueleto ¿Cómo era eso de no poder leer? ¿De no saber? ¿Cómo era eso de tener una mancha roja pegada a la nariz y a un pómulo? ¿Cómo era eso de tener muchos hermanitos? Me hubiese gustado tener cuarenta en vez de siete años y cuidarlos a todos ustedes.

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