jueves, 31 de diciembre de 2009

Pronóstico en tiempo suplementario


“A ella no se le puede dominar por medio de la conversación.
La ausencia es la única arma posible contra el supremo arsenal de su cuerpo.”
Leonard Cohen.

En un par de meses todos vamos a estar con máscaras en las caras y va a ser mejor, porque de paso van a ocultar las llagas producidas por los primeros gases sorpresivos. Todo el tiempo va a ser de noche y va a haber una leve neblina verdosa. Los diarios y la televisión van a tener el ánimo por el piso. El luto por los muertos va a durar poco porque ese dolor va a ser la norma. Pero en unos seis meses toda va a ser igual. Igual en el sentido de que vamos a realizar las mismas actividades, o casi las mismas, de antes. Vamos a volver a los bares y las fiestas y a otras reuniones sociales. Pero eso sí mi amor, vas a tener que olvidarte de los asados.

El tema es que seguramente te preguntarás como voy a hacer para reconocerte entre tanta oscuridad, neblina y máscaras, ¿cierto? Básicamente por tu cola, ese señuelo que siempre va a estar en alto, como símbolo de paz tal vez. Casi todas las banderas del mundo estarán a media asta pero tu cola va a estar bien arriba y grande, incolumne, nada la va a detener, ni la acción de los gases, ni las dietas impuestas por el gobierno para racionar el alimento, ni ningún tipo de virus ni bacteria. Lo extraño es que vas a seguir sin hablarme. Vas a ser más reservada e indiferente conmigo que antes, pero nada va a poder con tu cola. ¿Cómo vas a reconocerme si por esas cosas querés encontrarme?. Fácil también. Voy a ser el chico que toma su cerveza en la barra. El chico de gorra roja que sonríe sólo de tanto en tanto.

miércoles, 23 de diciembre de 2009

Cortos

Cortos imaginados en la dentista bajo una fuerte dosis de anestesia:
(escritos a las apuradas y en el mismo estado al volver a casa)


1) Un pareja a punto de casarse va de visita a lña casa de un tipo tenebroso pero robusto que sonrie todo el tiempo durante la cena de biebnvenida.. La parejita duerme en cuartos separados. Por la noche un hombre se inmiscuye en el cuarto de la señorita y comienza a hacerle caricias mientras ella est´ña acostada en la cama. Ella cree, que es gregory, su prometido. Después de tocar y besar aquí y allí, la hace acabar con un cunnilingus. En eso entra gregory y descubren la situación; el hombre bajo las sábanas es nada más y nada menos que el conde drácula. ¡Oh! ¡Escándalo! Tiene la bombacha de la chica en la cabeza. Se convierte en “murciélago”, pero con la bombacha no ve nada y apenas puede volar. Gregory lo agarra a escobazos pero logra huir. Ala mañana siguiente, durante el desayuno le relatan lo sucedido al dueño de casa que incrédulo, rompe en carcajadas. FIN

2) Un científico gay regentea un boliche gay. Está en busca de una nueva atracción. Se le ocurre que esta puede ser una gran planta carnívora que danza en el centro de la pista. Después de mucho experimentar lo logra. Gran inaugruración, gays en cuero y eso. Música electrónica al mango. Entre cuatro y cuatro y media d ela mañana la planta se los morfa a todos. Peor masacre que la del salón en beowulf. FIN

3) Un jockey cuida de su caballo campeón. Lo acaricia, le da alfalfa. Es un esqueleto, una calavera de caballo (podemos conseguir un traje negro con los huesos blancos pintados) Un maloso onda pier no delliuna, se escabulle por los establos por la noche y le da un bife para que coma. A la mañana siguiente, el día de la grabn competencia, el jockey va al establo para preparar al campeón. SE encuentra que está “gordito” hehco un caballo de verdad. No importa, lo mismo puede ganar el gran premio. Durante la carrera ve que va perdiendo terreno, así que comienza a arrancarse pedazos de casrne de su propio cuerpo. El final es muy parejo, hay que esperar la foografía FIN. El resultado de la carrera no hace a la historia. FIN.

4) Un tipo se enamora perdidamente de un lago. Navega en él, alimenta a sus patos, obnserva los renacuajos d ela orilla. Todo entre suspiros. Agarra un gran frasco de aceitunas (aunque todo ocurra en el sur-oeste americano, y todos sabemos que no hay aceitunas en EEUU) y klo llena con un poco de agua del lago. Lleva el frasco al cine (al cinema), a la feria (de carney carnival). La ley no entiende su amor; es detenido y condenado a la silla. Parece que además del cine y la feria, habían baños en bolas y eyaculaciones diarias dentro. La historia habla de los límites del Estado y los derechos civiles.FIN

5) Los reyes son reyes no por mandato divino, o por pertenecer a una dinastía, sino porque son los que mejor cuentan chistes. Un rey le declara la guerra a otro. El reino de cada uno está en juego. Se la pasan los días previos buscando chistes por Internet. El día del desafío al escucharse mutuamente, descubren que todos lso chistes son iguales, el humor está agotado. Tristeza en el mundo conocido. Desgano vital. Revueltas. Hobsbawn escribe un lñibro sobre aquello. FIN

domingo, 20 de diciembre de 2009

Feliz Domingo

Todo es tan triste hoy.
Algo debió pasar mientras dormía.

Feliz domingo para la juventud,
no para mí. No.

miércoles, 16 de diciembre de 2009

Celos

Bajaron del colectivo junto a un policía y a una señora con una bolsa arpillera llena de verduras, y empezaron a caminar las ocho cuadras hasta la casa. Pero era buen negocio de todos modos. El Zona Norte los dejaba en la esquina pero pasaba cada 30 minutos más o menos; el Rinconada y el Paraíso los dejaban sobre la avenida, pero no había que esperarlos tanto. Pasaban cada 10 minutos; a veces cada 15.

Caminaron los dos descangallados y como apurados. Pero no lo estaban. Iban sincronizados, sin sacarse ventajas. No iban abrazados pero cada tanto se besaban.
-¡Uhfg! Acabo de tener una pesadilla horrible- dijo ella después de un estremecimiento de la cintura para arriba.
- ¿Una pesadilla? – preguntó él -. Pero si estamos caminando... despiertos. ¿ Te dormiste?
- No. Pero tuve una pesadilla. Todos eramos zanahorias. Era horrible, a vos no te gustaban las saliduras de mis caderas y me cambiabas por una zanahoria más gordita.

Él respondió con una sonrisa. Y ella preguntó haciendo un puchero:
- ¿Me vas a cambiar por una zanahoria más gordita?
- No.- dijo con una entonación apenas interrogativa, como lo había visto hacer a los humoristas de las series norteamericanas. Como diciendo: “claro que no, ¿qué estás preguntando?, es algo torcido”.

Continuaron caminando bajo el sol de las cinco de la tarde que empezaba a dejar de molestar. Pasaron por la cancha de fútbol en donde unos cinco chicos jugaban al mete gol queda. Él estaba seguro que alguno gritaría algo. Lo que fuera, ofensivo o no. Pero nadie dijo nada.
-¡Ummm! Me pican las piernas. Las pantorillas – dijo ella rascándose torpemente sin dejar de caminar, hizo una pausa para mirarlo y preguntó entusiasmada -: ¿Será por que me están creciendo? Debe ser que pica cuando crecen. – Otra pausa -. Cuando yo era chica y me dolía el cuerpo o las rodillas me decían que era porque estaba creciendo ¿a vos te decían?
- No... creo que no.
-¡Ummm! ¡¡Cómo me picaaan!!! Me están creciendo mucho.
- ¿A pasos agigantados? ¿Acromegálicos?- preguntó, mirándola exagerando interés adrede.
- Ziii.

Un Zona Norte que estaba en la vuelta de su recorrido pasó a su lado levantando una montaña de polvo. Caminaron la cuadra final y entraron a la casa. Ella tenía la llave lógicamente. No había nadie. Sobre la mesa del living alguien había dejado ropa para planchar. Él se acercó y agarró una bombacha que se destacaba.
-¡Huumm!- dijo mientras olía la prenda blanca. Ella se la sacó de un manotazo.
- ¡Grrrrr! ¡estúpido! Encima que es de mi vieja – dijo y le sacó la lengua -A vos te gusta mi mamá. Más que yo, no te hagás el tonto.
- No, cosita, vos sos la cosita más linda del mundo.- dijo e intentó acercarse a ella mientras practicaba con las manos una suerte de pellizcos al aire. Ella empezó a pegarle con los puños cerrados y se alejó unos pasos - Nunca tendría nada con tu mamá. Sólo si fuera para procrearte. Incluso en ese caso después seguiría haciéndoselo sólo para...
- ¿Para qué?... ¿ Para qué?- interrogó ella viendo que no iba a seguir con la idea como solía hacer.
- Nada, nada.
- ¡Ugh! Odio que hagas así. Le voy a contar a mi mamá - dijo y le tiró el vaso de agua que había llenado al llegar. Él casi no reaccionó. Se quedó mirándola, imaginando que estaba pensando ahora que miraba hacia abajo con el vaso vacío en la mano. Entonces ella interrumpió sus imaginaciones y le preguntó:
- ¿Y la mamá de Guido? Dijo que sos un lindo chico.
-¿Y? No tengo interés en procrearlo a Guido. Está buena pero... ¿Y?- dijo y se encogió de hombros sin poder ocultar una sonrisa. Quería hablar en serio porque sabía que por más lindas que fueran la madre de Guido o su mamá no tenía ningún tipo de fantasía con ninguna. Pero el reírse lo desacreditaba.

Entonces ella agarró el vaso, fue hasta la pileta de la cocina, lo llenó hasta la mitad de agua y volvió a disparar.
- Sos un versero.

Él se sacó la remera, que ya le molestaba de tan mojada que estaba, se sentó en el living y encendió la tele con el control remoto. Ella se sirvió un vaso que esta vez tomó con una pastilla que sacó de una cesta de mimbre sobre la heladera.

Cambiaba de canal con habilidad. Se había acostumbrado ya a la distribución de los botones del control remoto. No había nada interesante en la tele. Las cinco y las seis de la tarde son un horario de transición en la programación, pensó, y comenzó a darse chirlitos en la panza.

Dejó por costumbre en un canal de música en donde un trío de negras cantaban un hip hop muy comercial. Sólo una era linda, las otra dos, no le llamaban la atención. La música mucho menos. Y el clip menos todavía. Casi miraba detrás del televisor, al mural con dibujos de dinosaurios del hermanito menor.
-¿Son más lindas que yo?- preguntó ella que se había puesto a su espalda.
- No.- respondió. Y era cierto, más allá que una de las negras realmente le gustaba. Cambió de canal. Otro de música. Pasaban un clip de Alanis Morissette en el que cuatro chicas viajan en un auto. Las cuatro son Alanis Morissette. Como siempre las muestran por separado, dos adelante y dos atrás, ni siquiera tuvieron que usar efectos. Al final el auto se detiene en una carretera nevada y una de las Alanis se baja a revisar el motor. Hay un plano entero del coche y uno ve que sólo había una Alanis, la que baja a revisar el motor. Pensó que en definitiva era un clip divertido.
- ¿Y ella?- en la pantalla lucía la Alanis que conducía. Después una de las que iba atrás que cantaba de un modo más loco e infantil.- ¿Y ella?
- No. Ninguna.
- ¿Y ella? ¿Y esa otra?- volvió a preguntar y cantó una línea del tema.
- No. No.

Entonces él empezó a cambiar de canal, hacia abajo, del canal 59 hacia abajo. Y en cada canal, apareciera quien apareciera repetía la pregunta y él la misma respuesta: “¿Ella?”, ” No”, “¿Y ella?” “No”. Cada vez más rápido. Apenas alcanzaban a ver lo que había en la pantalla. Fuera un partido de fútbol o apareciera un hombre o un dibujo animado ella repetía la pregunta y él la respuesta. Llegando al canal 3 sonó el teléfono.
-¿Hola?- ella atendió.- ¡Oia! ¡¿Cómo andás?!- él dejó el control remoto sobre la mesa y se le acercó. Un rectángulo de sol hacía sombras las migas de pan que habían quedado del almuerzo. En voz baja pero como si gritase dijo:
-¿Quién carajo es?

Ella siguió hablando y lo alejó con la mano.
-¿Quién carajo?- preguntó de nuevo- ¿Qui-én ca-ra-jo es?- Y empezó a moverse como un mono a su alrededor y a repetir en una especie de melodía:” ¿Quién carajo es? ¿Quién carajo es?” Bailaba como un orangután y cantaba su himno interrogativo. Ella seguía con su charla. Le contaba a quien estuviera del otro lado de la línea lo que había hecho en los últimos dos meses aproximadamente. Era un tipo, sin dudas.

Volvió a la postura del sapiens - sapiens y repitió la pregunta para sí mismo. Ya estaba desentendido de la conversación. Empezó a revisar el living-comedor, primero la biblioteca, después las fotos y los adornos sobre la repisa que separa los sillones de la mesa en donde comen. No buscaba nada nuevo en realidad, simplemente quería hacer otra cosa que no sea verla conversando con otro. No por celos; sólo por hacer otra cosa. Repasó los compacts tratando de ver si había alguno nuevo prestado. Eso era lo único que podría haberse modificado desde su última revisión del living. Ninguno nuevo, los mismos de siempre. Además no tenía deseos de poner música. Había algunas cerámicas y artesanías pero le interesan menos que nada.

Pasó a la repisa que estaba al lado del ventanal que da a la calle y revisó primero los libros, ninguno nuevo, y después los discos de vinilo. Los discos estaban, claro, todos amontonados, y era la colección que menos conocía de la casa. Aleatoriamente de tanto en tanto retiraba algunos y los observaba. Se los sabría de memoria seguramente si el equipo funcionara y se los pudiera escuchar. Intentó esta vez hacer una revisión más exhaustiva y empezó a sacarlos uno por uno desde la izquierda: Kiss, Michel Jarré, Yes, Sinatra, Aretha Franklin, Kraftwerk, Sumo, Pugliese, entre otros. Por la mitad se encontró con un estuche que no tenía el disco adentro. Lo retiró. Era un viejo disco de Mercedes Sosa. Sí, estaba sin el vinilo, pero tenía algo adentro. Golpeó el estuche del disco e hizo caer sobre su mano una bolsita con un polvo blanco.
Sí, cocaína definitivamente.

Otra cosa no podía ser. Volvió la cabeza atrás para ver si ella lo observaba, pero estaba fuera de su visión detrás de la heladera y la pared, muy concentrada en la charla telefónica. De ella seguro que no era. De sus padres sin dudas.

A pesar de que no estaba muy informado sobre el tema se daba cuenta claramente de que era una buena cantidad. Le daba lo mismo que fuera para consumo o para venta o para ambas cosas. No tenía ninguna opinión sobre lo que tenía en su mano y sobre la gente que consumía lo que tenía en su mano. Y tampoco sobre los padres de ella consumiendo lo que él tenía en su mano. O vendiendo. O ambas cosas. No le importaba. No tenía ganas de pensar y formar una opinión ahora. Pero estaba muy contento por su descubrimiento. Excitado.

Volvió a mirar que estaba haciendo ella y se preguntó si debía contarle. Supuso que sí. Acomodó cada cosa como estaba y se le acercó. Estaba feliz por lo que le acababa de pasar. Murmuró otra vez el “¿quién carajo es?”, miró el control sobre la mesa y pensó que cada objeto de la casa ya era parte de él. Sintió afecto y familiaridad por cada objeto, adorno o mueble que lo rodeaba en esa casa que no era la suya. Fue hacia el sillón más grande donde se dejó caer pesadamente, mientras ella empezaba a despedirse de su amigo. Arreglaban dedicarse más a comunicarse más seguido.

Ella también se tiró al sillón después de colgar y le besó la mejilla izquierda.
-¿Quién carajo es?- preguntó él. Ella le respondió con otro beso.
- ¿Me vas a querer siempre, siempre?- preguntó como si no lo hubiese escuchado. Le examinó la barba con los ojos y el dedo índice. Por esos días pinchaba ya. Pero a ella le gustaba como le quedaba.
- Siempre- respondió él y le mordió despacio el dedo.
- ¿Nunca me vas a dejar?
- Nunca, nunca.

miércoles, 9 de diciembre de 2009

No podías leer. Te quedabas sentada con la cabeza gacha mirando el libro. Murmurabas algunas sílabas cada tanto. La maestra dejaba correr el tiempo, aunque no parecía estar esperándote. El motor del mundo se detenía y se llenaba de mierda y se herrumbraba entero. Nosotros no sabíamos nada de situaciones incómodas, de convenciones sociales o de nada, pero sí que no saber leer era grave, casi como estar muerto y ser un esqueleto ¿Cómo era eso de no poder leer? ¿De no saber? ¿Cómo era eso de tener una mancha roja pegada a la nariz y a un pómulo? ¿Cómo era eso de tener muchos hermanitos? Me hubiese gustado tener cuarenta en vez de siete años y cuidarlos a todos ustedes.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Pesar en canadá
La grulla blanca más vieja que se conoce murió a los 28 años
Esta especie se halla en peligro de extinción
Su esqueleto fue hallado a orillas de un lago
Todavía tenía el anillo identificatorio en una de las patas
Murió de vieja y posiblemente su cuerpo fue devorado por los lobos
La grulla blanca mide 1,5 metro de altura
Es el ave más grande de América del Norte
Tiene la punta de las alas negras y la cabeza roja y negra

La Gaceta, Mundo, 2 de noviembre de 2002.