A las luciérnagas les separaba el cuerpo del abdomen luminoso.
A las hormigas negras las quemaba con la lupa. Según Lucía, gritaban. Las rojas también.
A las babosas les echaba sal. A los caracoles blancos y grandes los hervía para quedarse con la concha.
A un sapo le hincharon la lengua pinchándosela y luego lo lapidaron a ladrillazos.
Todas estas cosas las hacía con el primo. Por curiosidad.
Tenía un teléfono de juguete que armaba y desarmaba.
Esa es su argumentación.
No le gustaban los juegos típicos de la infancia. Mucho menos los de cumpleaños, como el juego de la silla.
Hoy le gustan mucho las hormigas y extraña a las luciérnagas. Y le tiene miedo a las cucarachas. Según su mamá, de chiquita las pisaba.
Todas estas cosas, como ya creo haber dicho, las hacía con su primo.
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2 comentarios:
me gusto mucho
Gracias. Me imagino que debe haber algo de identificación, sé que tuviste una infancia perversa y polimorfa.
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